Seguimos con los comienzos...
Te cuento una historia para que veas que del lugar menos pensado puede surgir una
Siempre he tenido un gran respeto por Paddington porque es divertidamente inglés y excéntrico. Es una gran institución británica y mi generación creció con los libros y luego con las animaciones de Michael Horden.
Stephen Fry
La verdad es que estoy trabada. No sé si decirle bloqueo, porque no siento que no “pueda” escribir. Lo que me pasa es que no estoy pudiendo armar el espacio mental para hacerlo. Tengo por suerte un espacio físico e incluso tengo algunos momentos libres como para sentarme, pero no tengo la cabeza en eso. Están las ideas, está la intención, pero me falta esa tercera pata que forma parte del proceso, la entrega.
Revisando unos libros para un próximo taller, me encontré con unas páginas de Paddington Bear que no había leído. Justamente Michael Bond, el autor, cuenta cómo creó al personaje. Sabía esa historia porque la había escuchado cuando preparaba el curso, pero tener la oportunidad de leerla con sus palabras me emocionó.
Para quienes no saben, Michael Bond (1926-2017) fue un autor inglés que se hizo famoso por sus libros infantiles A Bear called Paddington (Un oso llamado Paddington). Se publicó por primera vez en 1958, el 13 de octubre (dos días después de mi cumpleaños!). ¿Pero cómo surgió la historia alrededor de este tierno osito? Empezó con el personaje y después se creó la trama.
Resulta que Michael Bond una Navidad compró el último osito de peluche que había quedado en el estante de un local. Él ya le había puesto un nombre, “Paddington”, porque dice que los nombres son importantes (tomá nota!).
Tiempo después, Michael decidió escribir algo, así nomás, tomando como inspiración ese personaje, que ya era parte de su cotidianeidad. Me parece interesante no que haya escrito poco tiempo después siete libros con Paddington como protagonista, sino lo que lo llevó a escribir. Él dice: tenía la certeza de que si yo no ponía algo en la hoja en blanco de mi máquina de escribir, nadie más lo haría. Tan simple como eso, ¿no?
Sin embargo, acá estamos, procrastinando. Bueno, no tanto, porque estamos hablando del proceso de escritura y eso ya ayuda a arrancar.
Michael se inspiró en un peluche, igual que A.A. Milne, autor de Winnie the Pooh, y utilizó recuerdos de su infancia y basó algunos de los personajes en sus propios padres. Los elementos están al alcance, el material existe, después sobre la base de eso se crea, es decir, se agregan cosas, se modifican, se enriquecen, se mezclan, se mueven. Lo importante es dar ese paso de escribir, aunque sea pésimo, feo, ilegible, pero escribirlo, porque nadie más lo va a hacer por vos.
🍪 Actividad de esta entrega:
Te propongo para esta entrega, que observes las cosas que hay en tu casa, en tu cuarto, o en el cuarto de los chicos, o de tus sobrinos, primos. El banco de tus alumnos/as, ¿qué objetos atesoran? ¿Qué te llama la atención y por qué? ¿Podés pensar en ponerle un nombre? Yo me acuerdo siempre de una foquita blanca que llevé un par de veces, cuando estaba en primer grado, a la escuela. Le había puesto un cordón en el cuello como si fuera una correa. La arrastraba por el piso del aula y del recreo, y después terminaba en el lavarropas, claramente. La cuidaba y jugaba a que era mi mascota. Podría ponerme a pensar su nombre, qué dice, qué piensa, si le gusta o no que la lleve a la escuela o si preferiría quedarse en la comodidad de mi cama, con el resto de los peluches. ¿Por qué, además, elegí la foca en ese momento y no a un puercoespín que también quería mucho? Mis compañeros, ¿también llevaban sus peluches? ¿Qué pensarían los peluches de las maestras? Así podría seguir…
Te animo a que lo intentes!
🍪 Recurso de esta entrega:
Estos consejos de Phil Earl (en la ruedita pueden poner que se traduzca automáticamente y elegir el idioma español)